samedi, août 11, 2007
La razón
Se oyeron gritos y pasos acelerados
Tras un ruido de desgaste se quedaron frente a frente
Mirándose a los ojos
Todas las horas anteriores pensando en qué iban a decir se evaporaron entre ellos
Una lágrima quiso salir despavorida
Una sonrisa de cariño se dibujó en la comisura de los labios
Cada corazón latía en su propio Appassionato
- Hola
- …
- Vine para…
- No importa
Se fundieron como solo ellos sabían hacerlo y allí derramaron el alma de cada uno. Para siempre. Sus almas se quedaron juntas, a la orilla del mar. Sin miedos.
Para siempre.
lundi, juillet 30, 2007
Alma acabada

Una única salida.
Acabar con su vida.
Acabar con el dolor.
Todavía me pregunto por qué diablos no lo hizo. Por desgracia no se tiró.
Deseos irracionales
Sus dedos paran el rítmico son sobre el mantel. Un largo suspiro acaba con el cristal esparcido en el suelo.
Cierra los ojos y no piensa. No quiere pensar.
La mano se desliza muslo arriba. Aprieta los ojos con fuerza. Su aliento ardiente quema en la nuca. La lágrima que con tanto empeño había encerrado en el lagrimal cae descaradamente sobre la mano que le acaricia el pecho. Se para el aire. No respira. Sus labios saben a lágrimas, negros de la pintura de ojos. No puede respirar. Su corazón se para en seco.
Ese grito ensordecedor sale a la luz con el acorde del sonido de su mano contra la mejilla. Salió corriendo y lo dejo todo atrás.
Cuando volvió todo se lo habían tragado las llamas.
lundi, juillet 23, 2007
Carnet de voyage III
Volvió a la cama y se acurrucó entre las sábanas aún calientes. Tras pasar cinco minutos dio un salto y miró el reloj. Faltaban solo 2 horas para la reunión de la mañana y aún tenía que vestirse, bajar a desayunar y encontrar un taxi dispuesto a llevarla a la otra esquina de la ciudad.
Ya a las 9:45 se encontraba en la puerta de la sala de conferencias. El edificio parecía una nave espacial tal y como un ser humano pueda imaginarse. Tenía grandes cristaleras ahumadas, lo que impedía ver lo que ocurría en su interior y muchas, muchas, muchas máquinas que en la vida había visto. Todo se encontraba mecanizado, empezando por el papeleo de la reunión hasta la entrada y salida de los distintos despachos.
Puesto que aún le quedaba un largo cuarto de hora para que comenzara la reunión decidió investigar un poco más por aquella extraña sucursal. El dolor se había evaporado pero de vez en cuando todavía se notaba. Fue hacia la escalera principal y miró hacia arriba. En aquella enorme mole cada mañana debían de apelotonarse miles de personas, cada una con sus problemas económicos, y tras una larga mañana de contabilidades y balances decidirían el futuro del país. Fascinante. Luego se desplomarían en el sofá de su casa y hasta puede que esta misma noche no puedan dormir porque acaban de tener un pequeño retorno y tocará cuidarlo hasta tarde.
Y así poco a poco fue imaginándose la vida de todos los que se cruzaban con ella escaleras abajo.
-“Paco le echaste un vistazo al presupuesto que te di”
- “Lo siento Marta, he tenido antes que realizar el informe para el señor Martínez, te prometo que ahora me pongo”
Seguramente Marta vivirá en una solitaria casa al sur de la ciudad con un amplio jardín y con un bidbull junto al almendro donde su hija Rita tiene colgado su columpio. Paco por su parte está separado y vive en un piso en el centro de la ciudad, aunque acaba de conocer a Patricia y no dudaría irse a vivir con ella y su gato persa a una casa del casco antiguo, siempre y cuando Patricia acepte casarse con él.
Diez escalones más abajo vio aparece a Tomás, un joven empresario que luchaba día tras día en hacerse un hueco en una de las mayores multinacionales del país.
- “Buenos días señoras y señores… Buenos días damas y caballeros, es para nosotros un gran placer… ¡no!… Buenos días señoras y señores, como bien saben hoy en día…”
Así iba derramando el café poco a poco, Tomás. Seguramente hoy tendría que exponer algún balance o alguna nueva estrategia de marketing.
En ese momento sonó el gran reloj colgado sobre le entrada al edificio, eran las diez. Subió rápidamente las escaleras y cuando llegó se encontraban dándoles la bienvenida.
Entre reunión y reunión salió tres horas a dar un paseo y comer algo en un restaurante cercano. Al terminar su última reunión a las ocho de la tarde ya no tenía ganas ni de pensar, ni de pasear. Así que se fue al hotel y se acostó desde que llegó.
Al día siguiente volvió a repetirse casi completamente lo ocurrido 24 horas atrás, aunque esta vez no se le hizo tarde para despertar, se encontraba mucho más cansada y había conocido a un grupo de ingleses muy simpáticos que al terminar la invitaron a tomar algo. El grupo estaba compuesto por Roger, Matt, Caroline, Ana y Paul. Como al día siguiente era sábado quedaron para recorrer juntos algunos de los extensos parques que escondía aquella hermosa ciudad.
Y así fue, tras ponerse sus sandalias y su traje de flores se condujo a “El Arco del Triunfo” donde había quedado con ellos a las 11 de la mañana. Ya en el taxi sonó su móvil y al verlo no reconoció el número pero lo cogió igualmente.
Tras un par de minutos colgó desesperadamente y con una respiración acelerada y una opresión en el pecho lo apagó. Un idiota no iba a estropearle el que seguramente sería un buen día. ¡Nadie iba a estropearle aquel agradable viaje!
La llamada era de un chico mayor que ella que aunque su aspecto denotaba una actitud un poco homosexual desde hacía dos años cuando menos lo esperaba la llamaba siempre de un teléfono distinto para atormentarla, para hacerse notar e intentar una y otra vez tener algo más que amistad con ella. Debido a lo acelerada que iba su respiración comenzó a dolerle la cabeza pero cerró los ojos y pensó, como era cierto, que estaba muy lejos de él y que podía escapar de sus asquerosas garras siempre porque era libre… libre… ¡No! ¡Exacto! Estaba comprometida así que la próxima vez que la llamara le diría que tenía un anillo para demostrarlo y que la dejara en paz de una vez y por todas y…. (Suspiró profundamente)… Que tonta era, ella tenía una protección, él la protegería, él y solo él la salvaría. No tenía más que contárselo la próxima vez que él viniera a verla y ya está… (poco a poco el dolor de cabeza se transformó en una débil sonrisa y se sintió mucho más aliviada)

lundi, juillet 16, 2007
Carnet de voyage II
Sus dedos comenzaron a desperezarse. Las muñecas. Los codos. Los hombros. El cuello. El pelo. Los ojos se cerraron.
.
.
De forma lenta y fluida balanceaba su cuerpo a la derecha. A la izquierda. De forma continuada. Suave. Controlando en todo momento cada mínimo músculo de su cuerpo.
Abrió la ventana e inspiró. La brisa del agua que corría río abajo hizo liberar a las gotas de agua caliente.
Se estiró y se abrazó a sí misma. Estaba allí.
Sus mejillas se ruborizaron y se encogieron en forma de una diminuta sonrisa.
Volvió a cerrar los ojos e imaginó.
Imaginó.
Recordó
Que todavía estaba allí. Abrazándose. Escuchando..
Escuchando su débil respiración.
Balanceándose
Suavemente
Débil
Simple
Feliz
La suave escala se le introdujo en las venas como fuego. Pero pudo volver a contener su tranquilidad.
Oyó tocar en la puerta pero no abrió, sabía quién era y no quería que la viera de esa guisa, con el albornoz del hotel y en pleno éxtasis de placer. No podía. Le susurró su nombre pero no hizo caso. No. Era demasiado perturbador despertar de una manera tan brusca. Se acercó pero ni se inmutó. Le agarró la mano pero no miró. No.
Su indiferencia se detuvo detrás de ella, junto al escritorio. Callaba y no lo soportaba. El silencio la mataba. La había matado a lo largo de estos cinco años.
Podía notar lo que pensaba, como siempre lo había notado pero nunca se lo dijo.
Sabía lo que quería estando allí. Pero ahora no podía dárselo. Hoy no podía.
Suspiró y negó con la cabeza.
Pensando que no lo reconocía se levantó y se fue.
Al traspasar la puerta cayó al suelo hundida en su llanto silencioso hasta que se consumió toda la vela.
Necesitaba su silencio.

mardi, juillet 10, 2007
Katchup-Ketchup
- ¿Hay alguien?
Contesta el que está dentro:
-Ah! un tomate que habla!

Inspiraciones repentinas
Había pasado muchas tardes contemplando aquella escena pero ninguna tan especial como aquella.
Los edificios parecían en silencio y la ciudad se había parado únicamente para él.
Levantó su brazo y lo colocó en su cintura como hacía siempre.
Ella apoyó su cabeza sobre su hombro y suspiró.
-¿Qué tienes?
- Nada. Soy feliz.
Bebió un sorvo de café e inspiró también.
- Te echaba de menos
- Lo sé
lundi, juillet 09, 2007
vendredi, juillet 06, 2007
Carnet de voyage I
Erguida, junto a su maleta que le llegaba por las rodillas y con la frente bien alta se encontraba en el hall del mejor hotel de su mejor ciudad, París. Únicamente dando cinco pasos y registrándose en el mostrador comenzaría su nueva realidad y por la que había esperado toda su vida. Sólo una bocanada de aire le bastaba para poder volar hacia el infinito y regresar ilesa. Y lo hizo.
Tenía la habitación 703 con un amplio ventanal donde se observaba con todo lujo de detalles el transcurso del Sena. Al entrar en ella dejó la maleta en la puerta y fue encendiendo las luces de cada habitación, admirando de este modo el que durante cinco días sería su hogar. Luego fue a por la maleta y tras extenderla sobre la gran cama del dormitorio principal sacó una por una toda su ropa y la colocó en el armario hasta que sólo quedaba él. Con suma delicadeza lo desdobló y se lo puso. Se dirigió hacia el espejo de la pequeña sala y como siempre le ocurría cuando se observaba de ese modo, tuvo una repentina inspiración, un deseo irrefrenable. Agarró con furia la llave y de un portazo salió de aquel lugar.
El ambiente estaba helado pero dentro de ella misma un grito ensordecedor la impulsaba a conquistar aquella ciudad, ser dueña de cada rincón, de cada farola, de cada letrero, de cada alma. Se sentía más ambiciosa que nunca. Lo quería todo. Comenzó a andar apresuradamente, se sentía la mujer más poderosa que había sobre la Tierra, estaba allí, con él encima y con sus botas preferidas que había guardado para este momento. Una gélida brisa le azotó su rizada melena y fue en ese momento cuando se acordó, como siempre, de que había olvidado los guantes. Nunca pudo soportar aquella cárcel de lana para los dedos, para ella sus manos eran como los pulmones de su alma, por ellas vivía, por ellas respiraba. Su mayor temor era que una ráfaga de aire las congelara. En ese caso moriría instantáneamente.
En unos minutos todas sus ilusiones volaban “pour le ciel frnçaise” y ella vivía una experiencia tan excitante como conmovedora enredada en cada callejón, con cada olor, con cada mirada. París…Sus pies eran totalmente anárquicos, no tenían en cuenta las ordenes del cerebro. Se dirigía a un lugar. Sabía que era así pero... ¿Donde? Al torcer la esquina una gran plaza se extendía ante sus pies, multitudes de viandantes ante sus ojos. Y sobre su cabeza Notre Dame.
Estaba osucreciendo y el gran rosetón se encontraba bañado de tonos violetas y ocres. Era un verdadero lujo contemplarlo. Se hubiera pasado allí, mirando abobada, horas y horas. Pero alguien no se lo permitió.
A Dominique lo había conocido justo en el momento que lloraba desconsolada por la muerte de su único y verdadero amor. Tuvo que viajar mucho para poder ni siquiera encontrarlo pero gracias a Dominique lo consiguió. Desde entonces él se había convertido en su otra mitad, en su confidente y en su consejero. A pesar de que ella vivía en su país natal y solo podían hablar por teléfono, eran inseparables.
Notó que alguien le cogía la mano y la apretaba con fuerza. Quería hacerlo. Quería bailar con ella allí mismo, sin música ni ensayos, únicamente dejando a la imaginación y a su sentido musical volar como palomas blancas sobre el cielo parisino. Sobre las cabezas de todos. Soltando así un suave perfume de jazmín.
En ese momento comprendió que él estaba enamorado. Pero ella no.
Inspirado por Ima, que consiguió hacerme vivrar con su experiencia e inspiró donde hacía tiempo que no había nada decente :P Besito!
mercredi, juillet 04, 2007
mercredi, juin 27, 2007
Suspiros de hiel
Y fue así, una pequeña coincidencia o casualidad (como prefieras llamarlo) condujo a la otra, hasta que dejé de respirar. Aunque sigo viva. La cuestión fue una página maldita de un libro maldito que me hizo estremecer de tal modo que me vi obligada en primer lugar a releerla varias veces y finalmente escribirla aquí para deleite o disgusto de los que lo lean.
El silencio yacía entre ellos como una desgracia. Era cada minuto más pesado. Por la noche la despertó, ella lloraba en sueños.
Le contó: >>Estaba enterrada. Hace ya tiempo. Venías a verme todas las semanas. Siempre golpeabas con los nudillos en la tumba y yo salía. Tenía los ojos llenos de tierra.
Decías:”Así no puedes ver” y me quitabas la tierra de los ojos.
Y yo te decía: “De todos modos no veo. Si tengo agujeros en vez de ojos”.
Y un día te fuiste y no volviste durante mucho tiempo y yo sabía que estabas con otra mujer. Pasaban las semanas y tú no volvías. Tenía miedo de no verte y por eso no dormía nunca. Por fin volviste a llamar a la tumba, pero yo estaba tan cansada después de un mes sin dormir que no tenía fuerzas para salir a la superficie.
Cuando lo conseguí, tú me miraste decepcionado. Me dijiste que tenía muy mal aspecto. Sentí que te desagradaba terriblemente, que tenía la cara hundida y hacía unos gestos muy bruscos.
Te pedí disculpas:”No te enfades, no he dormido en todo el tiempo”
Y tú dijiste con voz falsa, tranquilizadora:”Ya ves. Tienes que descansar. Deberías tomarte un mes de vacaciones”
Y yo sabía perfectamente qué querías decir con lo de las vacaciones. Sabía que no querías verme en todo el mes porque estarías con otra mujer. Te fuiste y yo bajé a la tumba y sabía que pasaría otro mes sin dormir para estar despierta cuando vinieses y que, cuando llegases al cabo de un mes, estaría aún más fea que hoy y que tú estarías aún más decepcionado.
[…] Apretó a Teresa contra su pecho, sintió su cuerpo que temblaba […] era incapaz de soportar la tristeza de un solo sueño de ella.
La insoportable levedad del ser
mercredi, juin 20, 2007
La Clave, es el silencio entre las notas
Wake me up when september ends...
Siempre nos quedará Beethoven....
¿Lo sientes?
Ahora somos tú y yo las notas
En el silencio
cubiertos.
Te quiero
dimanche, juin 17, 2007
samedi, juin 16, 2007
AL FIIIIIIIIIIIIIIIIIIIN !!!!!

vendredi, juin 08, 2007
Sin
Sin eslogan que lo encuadre
La rabia te consume, te remuerde por dentro.
Basta, basta, basta, basta, basta,basta, basta, basta, basta, ¡BASTAAA!......Se acabó
Me encuentro agotada en medio del hueco de la escalera, justo en el momento en que me dicen que la puerta está abierta. No.
¿Qué?
Que no. Que no pienso volver a explicar las cosas dos veces. Que ya el vino está en la nevera.
Que la sopa está servida y los cubiertos en la mesa. Si tienes dudas consulta con la agenda, porque esta que está aquí se queda. Se queda sentada. Y no juego.
Juego. Y no me quedo. Me voy sin despedirme y sin mostrar mi verdad sobre la almohada. Sin decir que estoy harta de que no me entiendan, de escuchar sin ser oída, de ayudar sin respuesta, de sentir sin darse cuenta, de creer en lo que no se crea.
No quiero sin querer queriendo lo que tengo y lo que espero queriendo.
Aquel que lo comprenda, que entienda.
El que no....
mardi, mai 29, 2007
lundi, mai 28, 2007
Coreografías de sal
Claudia, ese era su nombre, sus ojos eran esmeraldas que brillaban con su voz y junto a su sonrisa. Solo el suave murmullo del mar la controlaba, la hacía suyo, la amaba. Aquella tarde se encontraba sentada en la alcoba, contemplando el alba cuando una brisa se introdujo en su cuerpo haciéndola tiritar de miedo, de odio, de rabia. Tras varios minutos se vio absorbida casi literalmente por las nubes, por sus manos, por los rayos, por sus ojos, por la brisa, por su sonrisa,… por tu vida, por su vida.
Abrió los ojos, despertó de lo que parecía haber sido un sueño de dos segundos pero con la duración interior de un siglo, se levantó y su mirada buscó el horizonte, pero no estaba. Observó con detenimiento que se encontraba en un cuarto cerrado, con un gran escenario al fondo. No había nada, solo un abrigo colgado en la puerta. Se sentó en el suelo. Su corazón se aceleró cuando la puerta se abrió; ella, de un salto, se puso en pie, se colocó el pelo e hizo que estaba mirando al suelo. Una voz dulce pero ronca le dijo que se sentara y sin mediar palabra obedeció. Las luces se apagaron y la música empezó a sonar. El escenario se iluminó con un rojo intenso y de los laterales aparecieron varias sombras radiantes, felices, serias y negras. Cuando las trompetas eran más fuertes surgió en medio del escenario él, erguido y prepotente, de la nada, de sus sueños. Se estremeció y temió que descubrieran las lágrimas que inundaban su pecho. Continuaron los compases del silencio y las sombras se encarnaron en recuerdos, en ira, en desenfreno, en pasión. Pero llegó el final, se acabó la partitura y el salón volvió a quedar oscuro. En un abrir y cerrar de ojos un foco le nubló la vista. Cuando pudo recuperar la visión se encontraba en un jardín donde pudo escuchar como él la llamaba, y como era normal en ella no pudo resistirse y corrió hacia su encuentro, sin abrir los ojos, tan sólo guiada por sus palabras y su murmullo lejano, pero familiar. Al llegar, cuando sintió las cosquillas de la espuma en sus pies, se desprendió de todo lo que le podía estorbar y se sumergió allí, en él, en sus caricias, en su perfume, en su silencio, en su murmullo, en su pensamiento. Estaban vivos y no podían desprenderse uno del otro, se necesitaban para poder vivir, se necesitaban para poder al menos existir. Al caer la noche se acostó en la arena y contempló contenta el nacimiento de un nuevo reflejo en el firmamento. La Luna aullaba sobre una suave cama de estrellas y le susurraba a Claudia las maneras de poder entender la historia, le explicó que todo había sido un regalo que alguien había pedido para ella. Ante esta declaración Claudia inundó a la Luna con preguntas que no le fueron contestadas siendo la última palabra que pronunció fue “el puerto”, antes de desaparecer para siempre. Claudia, mente pensante cuando las cosas le van mal, le dio mil vueltas a la dichosa palabra, la analizó: “puerto”, “otreup”, “puer.to”, “p.u.e.r.t.o” buscó algún significado en otro idioma…, pero todo fue inútil, no pudo descifrar el secreto y del agotamiento se durmió, en aquella playa, en aquel sueño. Cuando despertó estaba en su alcoba, era de noche y la ventana seguía abierta. Fue a cerrarla pero en el camino notó algo anormal en su cuerpo. Sobre ella tenía el abrigo de aquel salón, su pelo contenía aún la sal del mar y sus manos estaban tatuadas al derecho y al revés de una misma palabra… “puerto”. Movida por la intriga se armó de fuerza y se dirigió hasta la puerta. Alumbrada por la luz de la luna llena, esta vez real, caminó hacia donde la dirigía su instinto y sus extraños recuerdos. El mar rugía excitado y salpicaba su cuerpo con traviesas gotas frías. A lo largo y a lo ancho sólo se podían divisar barcos, veleros… pero no había nadie. Sin quererlo, mientras caminaba, su mente se vio acosada por la melodía de aquella música del salón y sin poder contenerse giró, saltó y gritó. Justo entonces pudo sentirse ella misma y supo que aquel era su sitio, su lugar, su vida. Cerró los ojos, inspiró, se giró hacia el mar y pronunció unas palabras:
Y así ocurrió, las olas se levantaron y con la forma de un abrazo eterno la acurrucaron, la mimaron, sin dejarla escapar. Allí durmió, allí descansó, con sabor a sal, junto a su corazón de algas teniendo como casa un coral y como jardín el rosal que se escondía tras la mirada del dios del mar. Solo unos pocos aventurados han dicho que es el reflejo de la luna llena en la mar de la noche. Pero eso no importa. No tiene la menor importancia. Porque ella es feliz. Ella fue feliz. Y siempre lo será.