lundi, juillet 23, 2007

Carnet de voyage III

Al amanecer el sol dibujó sobre el parquet estiradas y raras líneas. Poco a poco y entre ese juego entre el suelo y el sol se fue despertando. Le dolía horrores el estómago por lo que se levantó y se tomó uno de esos asquerosos sobres que guardaba siempre en el bolso. El dolor no iba a echar abajo aquel día.
Volvió a la cama y se acurrucó entre las sábanas aún calientes. Tras pasar cinco minutos dio un salto y miró el reloj. Faltaban solo 2 horas para la reunión de la mañana y aún tenía que vestirse, bajar a desayunar y encontrar un taxi dispuesto a llevarla a la otra esquina de la ciudad.

Ya a las 9:45 se encontraba en la puerta de la sala de conferencias. El edificio parecía una nave espacial tal y como un ser humano pueda imaginarse. Tenía grandes cristaleras ahumadas, lo que impedía ver lo que ocurría en su interior y muchas, muchas, muchas máquinas que en la vida había visto. Todo se encontraba mecanizado, empezando por el papeleo de la reunión hasta la entrada y salida de los distintos despachos.

Puesto que aún le quedaba un largo cuarto de hora para que comenzara la reunión decidió investigar un poco más por aquella extraña sucursal. El dolor se había evaporado pero de vez en cuando todavía se notaba. Fue hacia la escalera principal y miró hacia arriba. En aquella enorme mole cada mañana debían de apelotonarse miles de personas, cada una con sus problemas económicos, y tras una larga mañana de contabilidades y balances decidirían el futuro del país. Fascinante. Luego se desplomarían en el sofá de su casa y hasta puede que esta misma noche no puedan dormir porque acaban de tener un pequeño retorno y tocará cuidarlo hasta tarde.
Y así poco a poco fue imaginándose la vida de todos los que se cruzaban con ella escaleras abajo.
-“Paco le echaste un vistazo al presupuesto que te di”
- “Lo siento Marta, he tenido antes que realizar el informe para el señor Martínez, te prometo que ahora me pongo”

Seguramente Marta vivirá en una solitaria casa al sur de la ciudad con un amplio jardín y con un bidbull junto al almendro donde su hija Rita tiene colgado su columpio. Paco por su parte está separado y vive en un piso en el centro de la ciudad, aunque acaba de conocer a Patricia y no dudaría irse a vivir con ella y su gato persa a una casa del casco antiguo, siempre y cuando Patricia acepte casarse con él.

Diez escalones más abajo vio aparece a Tomás, un joven empresario que luchaba día tras día en hacerse un hueco en una de las mayores multinacionales del país.

- “Buenos días señoras y señores… Buenos días damas y caballeros, es para nosotros un gran placer… ¡no!… Buenos días señoras y señores, como bien saben hoy en día…”

Así iba derramando el café poco a poco, Tomás. Seguramente hoy tendría que exponer algún balance o alguna nueva estrategia de marketing.


En ese momento sonó el gran reloj colgado sobre le entrada al edificio, eran las diez. Subió rápidamente las escaleras y cuando llegó se encontraban dándoles la bienvenida.

Entre reunión y reunión salió tres horas a dar un paseo y comer algo en un restaurante cercano. Al terminar su última reunión a las ocho de la tarde ya no tenía ganas ni de pensar, ni de pasear. Así que se fue al hotel y se acostó desde que llegó.

Al día siguiente volvió a repetirse casi completamente lo ocurrido 24 horas atrás, aunque esta vez no se le hizo tarde para despertar, se encontraba mucho más cansada y había conocido a un grupo de ingleses muy simpáticos que al terminar la invitaron a tomar algo. El grupo estaba compuesto por Roger, Matt, Caroline, Ana y Paul. Como al día siguiente era sábado quedaron para recorrer juntos algunos de los extensos parques que escondía aquella hermosa ciudad.

Y así fue, tras ponerse sus sandalias y su traje de flores se condujo a “El Arco del Triunfo” donde había quedado con ellos a las 11 de la mañana. Ya en el taxi sonó su móvil y al verlo no reconoció el número pero lo cogió igualmente.

Tras un par de minutos colgó desesperadamente y con una respiración acelerada y una opresión en el pecho lo apagó. Un idiota no iba a estropearle el que seguramente sería un buen día. ¡Nadie iba a estropearle aquel agradable viaje!
La llamada era de un chico mayor que ella que aunque su aspecto denotaba una actitud un poco homosexual desde hacía dos años cuando menos lo esperaba la llamaba siempre de un teléfono distinto para atormentarla, para hacerse notar e intentar una y otra vez tener algo más que amistad con ella. Debido a lo acelerada que iba su respiración comenzó a dolerle la cabeza pero cerró los ojos y pensó, como era cierto, que estaba muy lejos de él y que podía escapar de sus asquerosas garras siempre porque era libre… libre… ¡No! ¡Exacto! Estaba comprometida así que la próxima vez que la llamara le diría que tenía un anillo para demostrarlo y que la dejara en paz de una vez y por todas y…. (Suspiró profundamente)… Que tonta era, ella tenía una protección, él la protegería, él y solo él la salvaría. No tenía más que contárselo la próxima vez que él viniera a verla y ya está… (poco a poco el dolor de cabeza se transformó en una débil sonrisa y se sintió mucho más aliviada)



3 commentaires:

Libelle a dit…

Estarás aburridisima, hastiada, harta o acostumbrada quizá a que te lo digan, pero es que ahora mismo, de una manera lenta, progresiva, casi tímida, pero rotunda y sin dar opción a duda, me asaltó una pregunta que nunca me había tomado realemnte en serio... ¿Dónde rayos has aprendido a escribir asi? Y enseguida me di cuenta (también) de que cuando publiques tu primer libro, yo seré la primera en comprarlo... Tú serás como Isaac Moritz, y yo Leo Gursky *.*

Libelle a dit…

P.D.: Me ha encantado!!!!!



(Por si no quedó claro en el primer comment xD)


Besos!!!^^(K)

Smilegirl a dit…

ALA!! Alagador y ruborizador!
Como te atreves a decir eso!!
^^

Cuando yo publique mi libro tú seguro que ya habrás hecho montañas.

Bexitos hermosa!
Te quero mucho! :D