lundi, juillet 30, 2007

Alma acabada

La cabeza se colapsa de infinidad de preguntas sin respuesta. Dos hierros se incrustan en la sien no dejando pensar, ni vivir, vi existir; únicamente sintiendo dolor. Su respiración se acelera. Un sudor frío comenzó bajo el cuello pasando por la cara y recorriendo cada trozo de piel. Transformándose poco a poco en un calor sofocante. Su pecho se ve aplastado de ideas sin sentido y de calumnias estúpidas, ciertas pero inocentes.


Corre.



Corre hasta el balcón. Mira hacia abajo y ve el suave manto de dolor. Solo un dolor más grande acabará con e continuo martilleo de cabeza. Así todos podrás derramar las lágrimas que a ella no le quedan. Sus ojos hinchados duelen como espinas de hiedra.



Una única salida.

Acabar con su vida.

Acabar con el dolor.

Todavía me pregunto por qué diablos no lo hizo. Por desgracia no se tiró.

Deseos irracionales

Ahogada en medio de la cocina. Con las manos cubiertas de pescado. La cara desencajada y el rimel corriendo por la mejilla. A su lado la botella verde que siempre la acompaña. Fuera, todo sigue igual. Dentro, un grito desafinado rompe la banda sonora de su vida. Los calderos se rebosan. De fondo un suave tintineo de la lucha entre la cortina y la brisa. Los sollozos se transforman en angustia. Y a su vez la angustia en nauseas.

Sus dedos paran el rítmico son sobre el mantel. Un largo suspiro acaba con el cristal esparcido en el suelo.

Cierra los ojos y no piensa. No quiere pensar.

La mano se desliza muslo arriba. Aprieta los ojos con fuerza. Su aliento ardiente quema en la nuca. La lágrima que con tanto empeño había encerrado en el lagrimal cae descaradamente sobre la mano que le acaricia el pecho. Se para el aire. No respira. Sus labios saben a lágrimas, negros de la pintura de ojos. No puede respirar. Su corazón se para en seco.









Ese grito ensordecedor sale a la luz con el acorde del sonido de su mano contra la mejilla. Salió corriendo y lo dejo todo atrás.




Cuando volvió todo se lo habían tragado las llamas.

lundi, juillet 23, 2007

¿Por qué no?


Carnet de voyage III

Al amanecer el sol dibujó sobre el parquet estiradas y raras líneas. Poco a poco y entre ese juego entre el suelo y el sol se fue despertando. Le dolía horrores el estómago por lo que se levantó y se tomó uno de esos asquerosos sobres que guardaba siempre en el bolso. El dolor no iba a echar abajo aquel día.
Volvió a la cama y se acurrucó entre las sábanas aún calientes. Tras pasar cinco minutos dio un salto y miró el reloj. Faltaban solo 2 horas para la reunión de la mañana y aún tenía que vestirse, bajar a desayunar y encontrar un taxi dispuesto a llevarla a la otra esquina de la ciudad.

Ya a las 9:45 se encontraba en la puerta de la sala de conferencias. El edificio parecía una nave espacial tal y como un ser humano pueda imaginarse. Tenía grandes cristaleras ahumadas, lo que impedía ver lo que ocurría en su interior y muchas, muchas, muchas máquinas que en la vida había visto. Todo se encontraba mecanizado, empezando por el papeleo de la reunión hasta la entrada y salida de los distintos despachos.

Puesto que aún le quedaba un largo cuarto de hora para que comenzara la reunión decidió investigar un poco más por aquella extraña sucursal. El dolor se había evaporado pero de vez en cuando todavía se notaba. Fue hacia la escalera principal y miró hacia arriba. En aquella enorme mole cada mañana debían de apelotonarse miles de personas, cada una con sus problemas económicos, y tras una larga mañana de contabilidades y balances decidirían el futuro del país. Fascinante. Luego se desplomarían en el sofá de su casa y hasta puede que esta misma noche no puedan dormir porque acaban de tener un pequeño retorno y tocará cuidarlo hasta tarde.
Y así poco a poco fue imaginándose la vida de todos los que se cruzaban con ella escaleras abajo.
-“Paco le echaste un vistazo al presupuesto que te di”
- “Lo siento Marta, he tenido antes que realizar el informe para el señor Martínez, te prometo que ahora me pongo”

Seguramente Marta vivirá en una solitaria casa al sur de la ciudad con un amplio jardín y con un bidbull junto al almendro donde su hija Rita tiene colgado su columpio. Paco por su parte está separado y vive en un piso en el centro de la ciudad, aunque acaba de conocer a Patricia y no dudaría irse a vivir con ella y su gato persa a una casa del casco antiguo, siempre y cuando Patricia acepte casarse con él.

Diez escalones más abajo vio aparece a Tomás, un joven empresario que luchaba día tras día en hacerse un hueco en una de las mayores multinacionales del país.

- “Buenos días señoras y señores… Buenos días damas y caballeros, es para nosotros un gran placer… ¡no!… Buenos días señoras y señores, como bien saben hoy en día…”

Así iba derramando el café poco a poco, Tomás. Seguramente hoy tendría que exponer algún balance o alguna nueva estrategia de marketing.


En ese momento sonó el gran reloj colgado sobre le entrada al edificio, eran las diez. Subió rápidamente las escaleras y cuando llegó se encontraban dándoles la bienvenida.

Entre reunión y reunión salió tres horas a dar un paseo y comer algo en un restaurante cercano. Al terminar su última reunión a las ocho de la tarde ya no tenía ganas ni de pensar, ni de pasear. Así que se fue al hotel y se acostó desde que llegó.

Al día siguiente volvió a repetirse casi completamente lo ocurrido 24 horas atrás, aunque esta vez no se le hizo tarde para despertar, se encontraba mucho más cansada y había conocido a un grupo de ingleses muy simpáticos que al terminar la invitaron a tomar algo. El grupo estaba compuesto por Roger, Matt, Caroline, Ana y Paul. Como al día siguiente era sábado quedaron para recorrer juntos algunos de los extensos parques que escondía aquella hermosa ciudad.

Y así fue, tras ponerse sus sandalias y su traje de flores se condujo a “El Arco del Triunfo” donde había quedado con ellos a las 11 de la mañana. Ya en el taxi sonó su móvil y al verlo no reconoció el número pero lo cogió igualmente.

Tras un par de minutos colgó desesperadamente y con una respiración acelerada y una opresión en el pecho lo apagó. Un idiota no iba a estropearle el que seguramente sería un buen día. ¡Nadie iba a estropearle aquel agradable viaje!
La llamada era de un chico mayor que ella que aunque su aspecto denotaba una actitud un poco homosexual desde hacía dos años cuando menos lo esperaba la llamaba siempre de un teléfono distinto para atormentarla, para hacerse notar e intentar una y otra vez tener algo más que amistad con ella. Debido a lo acelerada que iba su respiración comenzó a dolerle la cabeza pero cerró los ojos y pensó, como era cierto, que estaba muy lejos de él y que podía escapar de sus asquerosas garras siempre porque era libre… libre… ¡No! ¡Exacto! Estaba comprometida así que la próxima vez que la llamara le diría que tenía un anillo para demostrarlo y que la dejara en paz de una vez y por todas y…. (Suspiró profundamente)… Que tonta era, ella tenía una protección, él la protegería, él y solo él la salvaría. No tenía más que contárselo la próxima vez que él viniera a verla y ya está… (poco a poco el dolor de cabeza se transformó en una débil sonrisa y se sintió mucho más aliviada)



lundi, juillet 16, 2007

Carnet de voyage II

Las burbujas volaban por el cuarto hasta morir contra el frío cristal del espejo. Un vaivén de ligeras pompas de jabón difuminando la suave luz de la vela que se consumía junto a su pie derecho. Así de sencillo.
Sus dedos comenzaron a desperezarse. Las muñecas. Los codos. Los hombros. El cuello. El pelo. Los ojos se cerraron.



.



.


De forma lenta y fluida balanceaba su cuerpo a la derecha. A la izquierda. De forma continuada. Suave. Controlando en todo momento cada mínimo músculo de su cuerpo.
Abrió la ventana e inspiró. La brisa del agua que corría río abajo hizo liberar a las gotas de agua caliente.
Se estiró y se abrazó a sí misma. Estaba allí.
Sus mejillas se ruborizaron y se encogieron en forma de una diminuta sonrisa.
Volvió a cerrar los ojos e imaginó.
Imaginó.

Recordó

Que todavía estaba allí. Abrazándose. Escuchando..

Escuchando su débil respiración.

Balanceándose

Suavemente

Débil

Simple

Feliz









La suave escala se le introdujo en las venas como fuego. Pero pudo volver a contener su tranquilidad.

Oyó tocar en la puerta pero no abrió, sabía quién era y no quería que la viera de esa guisa, con el albornoz del hotel y en pleno éxtasis de placer. No podía. Le susurró su nombre pero no hizo caso. No. Era demasiado perturbador despertar de una manera tan brusca. Se acercó pero ni se inmutó. Le agarró la mano pero no miró. No.

Su indiferencia se detuvo detrás de ella, junto al escritorio. Callaba y no lo soportaba. El silencio la mataba. La había matado a lo largo de estos cinco años.




Podía notar lo que pensaba, como siempre lo había notado pero nunca se lo dijo.
Sabía lo que quería estando allí. Pero ahora no podía dárselo. Hoy no podía.




Suspiró y negó con la cabeza.

Pensando que no lo reconocía se levantó y se fue.


















Al traspasar la puerta cayó al suelo hundida en su llanto silencioso hasta que se consumió toda la vela.











Necesitaba su silencio.














mardi, juillet 10, 2007

¿Tienes fuego?

Katchup-Ketchup

Un tomate abre la nevera y dice:

- ¿Hay alguien?

Contesta el que está dentro:

-Ah! un tomate que habla!





Inspiraciones repentinas

La cálida luz del atardecer bañaba su pelo rubio.
Había pasado muchas tardes contemplando aquella escena pero ninguna tan especial como aquella.
Los edificios parecían en silencio y la ciudad se había parado únicamente para él.
Levantó su brazo y lo colocó en su cintura como hacía siempre.
Ella apoyó su cabeza sobre su hombro y suspiró.

-¿Qué tienes?

- Nada. Soy feliz.

Bebió un sorvo de café e inspiró también.

- Te echaba de menos

- Lo sé

lundi, juillet 09, 2007

vendredi, juillet 06, 2007

Carnet de voyage I


Erguida, junto a su maleta que le llegaba por las rodillas y con la frente bien alta se encontraba en el hall del mejor hotel de su mejor ciudad, París. Únicamente dando cinco pasos y registrándose en el mostrador comenzaría su nueva realidad y por la que había esperado toda su vida. Sólo una bocanada de aire le bastaba para poder volar hacia el infinito y regresar ilesa. Y lo hizo.
Tenía la habitación 703 con un amplio ventanal donde se observaba con todo lujo de detalles el transcurso del Sena. Al entrar en ella dejó la maleta en la puerta y fue encendiendo las luces de cada habitación, admirando de este modo el que durante cinco días sería su hogar. Luego fue a por la maleta y tras extenderla sobre la gran cama del dormitorio principal sacó una por una toda su ropa y la colocó en el armario hasta que sólo quedaba él. Con suma delicadeza lo desdobló y se lo puso. Se dirigió hacia el espejo de la pequeña sala y como siempre le ocurría cuando se observaba de ese modo, tuvo una repentina inspiración, un deseo irrefrenable. Agarró con furia la llave y de un portazo salió de aquel lugar.
El ambiente estaba helado pero dentro de ella misma un grito ensordecedor la impulsaba a conquistar aquella ciudad, ser dueña de cada rincón, de cada farola, de cada letrero, de cada alma. Se sentía más ambiciosa que nunca. Lo quería todo. Comenzó a andar apresuradamente, se sentía la mujer más poderosa que había sobre la Tierra, estaba allí, con él encima y con sus botas preferidas que había guardado para este momento. Una gélida brisa le azotó su rizada melena y fue en ese momento cuando se acordó, como siempre, de que había olvidado los guantes. Nunca pudo soportar aquella cárcel de lana para los dedos, para ella sus manos eran como los pulmones de su alma, por ellas vivía, por ellas respiraba. Su mayor temor era que una ráfaga de aire las congelara. En ese caso moriría instantáneamente.


En unos minutos todas sus ilusiones volaban “pour le ciel frnçaise” y ella vivía una experiencia tan excitante como conmovedora enredada en cada callejón, con cada olor, con cada mirada. París…Sus pies eran totalmente anárquicos, no tenían en cuenta las ordenes del cerebro. Se dirigía a un lugar. Sabía que era así pero... ¿Donde? Al torcer la esquina una gran plaza se extendía ante sus pies, multitudes de viandantes ante sus ojos. Y sobre su cabeza Notre Dame.


Estaba osucreciendo y el gran rosetón se encontraba bañado de tonos violetas y ocres. Era un verdadero lujo contemplarlo. Se hubiera pasado allí, mirando abobada, horas y horas. Pero alguien no se lo permitió.


A Dominique lo había conocido justo en el momento que lloraba desconsolada por la muerte de su único y verdadero amor. Tuvo que viajar mucho para poder ni siquiera encontrarlo pero gracias a Dominique lo consiguió. Desde entonces él se había convertido en su otra mitad, en su confidente y en su consejero. A pesar de que ella vivía en su país natal y solo podían hablar por teléfono, eran inseparables.


Notó que alguien le cogía la mano y la apretaba con fuerza. Quería hacerlo. Quería bailar con ella allí mismo, sin música ni ensayos, únicamente dejando a la imaginación y a su sentido musical volar como palomas blancas sobre el cielo parisino. Sobre las cabezas de todos. Soltando así un suave perfume de jazmín.


En ese momento comprendió que él estaba enamorado. Pero ella no.

Inspirado por Ima, que consiguió hacerme vivrar con su experiencia e inspiró donde hacía tiempo que no había nada decente :P Besito!

mercredi, juillet 04, 2007

Segundo Acto



Mary Poppins




Peter Pan




Cabaret





Cats