lundi, mai 28, 2007

Coreografías de sal

Debido a problemas informáticos no tengo el texto original, pero ahí va algo un poco más extenso de la versión ganadora.
Claudia, ese era su nombre, sus ojos eran esmeraldas que brillaban con su voz y junto a su sonrisa. Solo el suave murmullo del mar la controlaba, la hacía suyo, la amaba. Aquella tarde se encontraba sentada en la alcoba, contemplando el alba cuando una brisa se introdujo en su cuerpo haciéndola tiritar de miedo, de odio, de rabia. Tras varios minutos se vio absorbida casi literalmente por las nubes, por sus manos, por los rayos, por sus ojos, por la brisa, por su sonrisa,… por tu vida, por su vida.
Abrió los ojos, despertó de lo que parecía haber sido un sueño de dos segundos pero con la duración interior de un siglo, se levantó y su mirada buscó el horizonte, pero no estaba. Observó con detenimiento que se encontraba en un cuarto cerrado, con un gran escenario al fondo. No había nada, solo un abrigo colgado en la puerta. Se sentó en el suelo. Su corazón se aceleró cuando la puerta se abrió; ella, de un salto, se puso en pie, se colocó el pelo e hizo que estaba mirando al suelo. Una voz dulce pero ronca le dijo que se sentara y sin mediar palabra obedeció. Las luces se apagaron y la música empezó a sonar. El escenario se iluminó con un rojo intenso y de los laterales aparecieron varias sombras radiantes, felices, serias y negras. Cuando las trompetas eran más fuertes surgió en medio del escenario él, erguido y prepotente, de la nada, de sus sueños. Se estremeció y temió que descubrieran las lágrimas que inundaban su pecho. Continuaron los compases del silencio y las sombras se encarnaron en recuerdos, en ira, en desenfreno, en pasión. Pero llegó el final, se acabó la partitura y el salón volvió a quedar oscuro. En un abrir y cerrar de ojos un foco le nubló la vista. Cuando pudo recuperar la visión se encontraba en un jardín donde pudo escuchar como él la llamaba, y como era normal en ella no pudo resistirse y corrió hacia su encuentro, sin abrir los ojos, tan sólo guiada por sus palabras y su murmullo lejano, pero familiar. Al llegar, cuando sintió las cosquillas de la espuma en sus pies, se desprendió de todo lo que le podía estorbar y se sumergió allí, en él, en sus caricias, en su perfume, en su silencio, en su murmullo, en su pensamiento. Estaban vivos y no podían desprenderse uno del otro, se necesitaban para poder vivir, se necesitaban para poder al menos existir. Al caer la noche se acostó en la arena y contempló contenta el nacimiento de un nuevo reflejo en el firmamento. La Luna aullaba sobre una suave cama de estrellas y le susurraba a Claudia las maneras de poder entender la historia, le explicó que todo había sido un regalo que alguien había pedido para ella. Ante esta declaración Claudia inundó a la Luna con preguntas que no le fueron contestadas siendo la última palabra que pronunció fue “el puerto”, antes de desaparecer para siempre. Claudia, mente pensante cuando las cosas le van mal, le dio mil vueltas a la dichosa palabra, la analizó: “puerto”, “otreup”, “puer.to”, “p.u.e.r.t.o” buscó algún significado en otro idioma…, pero todo fue inútil, no pudo descifrar el secreto y del agotamiento se durmió, en aquella playa, en aquel sueño. Cuando despertó estaba en su alcoba, era de noche y la ventana seguía abierta. Fue a cerrarla pero en el camino notó algo anormal en su cuerpo. Sobre ella tenía el abrigo de aquel salón, su pelo contenía aún la sal del mar y sus manos estaban tatuadas al derecho y al revés de una misma palabra… “puerto”. Movida por la intriga se armó de fuerza y se dirigió hasta la puerta. Alumbrada por la luz de la luna llena, esta vez real, caminó hacia donde la dirigía su instinto y sus extraños recuerdos. El mar rugía excitado y salpicaba su cuerpo con traviesas gotas frías. A lo largo y a lo ancho sólo se podían divisar barcos, veleros… pero no había nadie. Sin quererlo, mientras caminaba, su mente se vio acosada por la melodía de aquella música del salón y sin poder contenerse giró, saltó y gritó. Justo entonces pudo sentirse ella misma y supo que aquel era su sitio, su lugar, su vida. Cerró los ojos, inspiró, se giró hacia el mar y pronunció unas palabras:




“Vivir quiero en tu corazón, morir en tus brazos y que me entierren en tus ojos”

Y así ocurrió, las olas se levantaron y con la forma de un abrazo eterno la acurrucaron, la mimaron, sin dejarla escapar. Allí durmió, allí descansó, con sabor a sal, junto a su corazón de algas teniendo como casa un coral y como jardín el rosal que se escondía tras la mirada del dios del mar. Solo unos pocos aventurados han dicho que es el reflejo de la luna llena en la mar de la noche. Pero eso no importa. No tiene la menor importancia. Porque ella es feliz. Ella fue feliz. Y siempre lo será.

Texto ganador de Narrativa A
Concurso Literario Cabrera Pinto
PD: Gracias especialmente a Samu por su consejo y su insistencia para que suba el texto. BESITOS!





5 commentaires:

***SaRa*** a dit…

Felicidades.... es preciosooooo
te lo mereces guapisimaaaaa muchoooooooo!!!!!!

Libelle a dit…

...

Las palabras


La música...


Casi podía oler el mar, mi estómago se encogía de los nervios.


Al final solo me quedó la expresión perpleja.


FAS-CI-NAN-TE.



P.D.:Muchísimas felicidades otra vez flor, y muuuchos besitos!!!! ^^

Smilegirl a dit…

Sara: Mil gracias!!!!^^

Guapa tú!!! Guapísima!!!! :)

Libelle: jajaja justamente casi lo que yo sentía a medida que lo iba escribiendo ^^ A ti también mil gracias!!!! y otros miles de Besos!!!

AsDePiqas a dit…

De nadas especiales a Rakel que ha hecho que una vez más se me pongan pelos de punta que no sabía ni siquiera que existían.

BESO!

Smilegirl a dit…

(K)(K)!!