jeudi, décembre 13, 2007

Carnet de voyage VIII








A las 12 en punto el teléfono empezó a vibrar sobre la mesa de la cocina. El estruendo los despertó y como pudo, ya más despierta, corrió hasta alcanzarlo; suerte que el piso era lo suficientemente pequeño para poder llegar a tiempo.



¡Que dices! Lo siento ¡Sí, si! ¿15 minutos? Perdona ¡Te lo aseguro! Gracias. ¡Muchas gracias!





- ¿Pasa algo?
- La conferencia
- ¿Qué?
- Que va a ser la primera a la que llego tarde
- Jajaja tranquila yo te llevo
- No hace falta, es aquí mismo (decía mientras se ponía el vestido, ya seco)
- Eres muy graciosa cuando tienes prisa
- ¡Ja! Pues resulta que siempre soy graciosa entonces… ¡Ya está!
- ¿Te puedo ir a recoger?
- Mejor, quedamos para almorzar en el italiano de la esquina
- Jajaja vale. Suerte preciosa.
- Gracias mi niño (dijo guiñándole el ojo izquierdo)





Y tras un pequeño beso de despedida comenzó, por fin, su ajetreada agenda de hoy.
Esta vez el edificio era muy antiguo, se notaba demasiado que lo habían restaurado. Pero era indudablemente precioso, exquisito. Lástima que no hubiera tiempo para contemplarlo.
En el segundo piso, junto a un pequeño jarrón de rosas blancas la esperaba Enrique y Susana, que aunque por otro camino, tenían su mismo objetivo.
Dos horas, dos rápidas y excitantes horas pasaron dentro de aquel salón abarrotado de economistas mundiales y un pequeño grupo de futuros emprendedores.
Se debatieron temas diversos, desde la crisis de recursos que afecta a nuestros días hasta las más novedosas organizaciones dentro de la empresa, impulsando como siempre la investigación y el desarrollo de las pymes de las grandes potencias mundiales.
Las conclusiones fueron verdaderamente interesantes, tanto que por lo dicho hoy ya había valido la pena la visita a la capital londinense, pero faltaba otra jornada de exposición que parecía aún más intensa.
A las tres menos cuarto entró dentro del restaurante donde había quedado con Roger.
Estaba allí, impaciente, con dos vasos de cerveza vacíos en la mesa.





- ¿Hace mucho que esperas? (dijo descargando el montón de carpetas y el abrigo sobre la mesa)
- (le respondió con una sonrisa) ¿qué tal te fue?
- Maravilloso (con tono de inmensa emoción)
- Me alegro, ¿de qué hablaron?
- De la crisis de recursos… que raro… pero también se centraron un poco en las pymes, parece increíble, ¿verdad?
- Un poco raro si…
- Jajaja Estuvo bien
- Mira con respecto a lo de esta mañana…
- Mejor olvidarlo, ¿no?
- Si… creo… bueno…
- Vamos a darnos un tiempo hasta que esto termine, ¿de acuerdo? Te agradezco el apoyo y la ayuda… pero no sé si…
- Lo entiendo



Al salir del restaurante cogieron la central line y se sumergieron el Notting hill.

Pasadas las siete de la tarde llegó exhausta al hotel y tras darse un baño relajante y prepararse un buen té bien caliente de melocotón se dispuso a preparar su importante conferencia del día siguiente.


A las 9 sonó el teléfono. Sin saber por qué dudó por un momento en cogerlo, pero lo hizo.

- Hola. ¿Te acuerdas de mí?
- No (respondió muy seca)
- ¿Cómo que no? ¡Soy Pedro!
- Perdón, no conozco a ningún Pedro, seguramente se ha equivocado. Buenas noches.

Con toda la rabia de su ser colgó y apagó el móvil.
Resulta increíble. Ni aunque se vaya al otro lado del planeta me va a dejar tranquila. Necio. No te das cuenta que me das asco, que te odio, que no te quiero ver ni en pintura, que me repugnas, que me das arcadas, que no puedo… que no…

Tuvo que ir corriendo a la taza del váter a vomitar.

Era suficiente por hoy. Comenzó a guardar todos los papeles y se puso la camisa de dormir.
Cuando estaba abriendo las sábanas tocaron en la puerta.

-¡¡¡¡Me cachis!!!!




- ¡¿Quién es?!
- ¿Puedes abrir?
- Jajaja ¿Qué haces aquí?
- Por favor, si no es por mí por la botella de vino ¿le abres la puerta?
- Ya va…
- Gracias baby
- Jajaja ¡¡estás borracho!!
- ¡No! Solo un poco contento
- Anda pasa… no te vayan a llamar la atención.






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