Torbellino de recuerdos


En ninguno de los post que componen este blog he hecho referencia a los pequeños pedazos de mi, que el destino me ha obligado ha dejar.

Pero ya es hora, es la hora.

Empiezo con la persona que me enseñó a luchar. La persona por la que descubrí que las miradas son más importantes que el alma, que se puede llegar a saber mucho más de una persona por sus ojos que por sus palabras o gestos. Que no hace falta un beso para decirle ha alguien que lo quieres con toda el alma, que no hace falta un perdón para saber que estás arrepentido. Me enseñaste que la vida es un cuento maravilloso, pero tiene final. Aprendí que la gente se da cuenta de que alguien existe cuando no lo tiene cerca, a que hay que vivir por ti y por ellos y que se debe tener un cierto ápice de esperanza en los casos más complicados. Sólo tú fuiste el que me enseñó lo que es el amor y la tristeza. Sólo tú sembraste en mí el espíritu de lucha y confianza. Sólo por ti aprendí a superarme cada día, a hacer promesas y cumplirlas, a actuar con sinceridad y a no dejar que una tontería estropee lo más bonito de esa semilla que pronto florecerá.

“La resignación es un suicidio cotidiano”


Poco tiempo después, el destino se empeñó en darme otra lección.
No todos los planes se cumplen a la perfección. Hay veces que encuentras lo que buscabas para poder perderlo y así quererlo, querer a una sombra, a una figura de porcelana que acabará rompiéndose en mil pedazos, dejándote sola. Contigo aprendí a que por mucho que luches hay veces que nada te sale bien y a que lo único es mejor que lo abundante. Aprendí a que todo en esta vida no es cuento de hadas y que los que no tienen verdaderos sentimientos hacia ti te pueden dar la espalda en tu peor momento. Me enseñaste que puede que todo se pague o que al fin te das cuenta de tus errores, aunque sea demasiado tarde.

“Manda el que quiere y obedece el que puede”


Hasta que se me fue mi alma, mi amor y mi cariño. La persona que más he querido en la vida sin querer y sin poder. Esta vez no hubo palabras, no hubo miradas, no hubo caricias, nada. Sólo una conversación intensa de corazón a corazón. Sólo una interpretación exacta de sueños entre dos almas unidas por una gota de sangre. Gracias a tu existencia débil he insegura, gracias a tus latidos fuertes y constantes, gracias a tu perseverancia irracional me descubriste el mundo de la felicidad y del poder de mi alma con los que me rodean. Me enseñaste que mi nombre tiene valor, que mi vida la decido yo, que puedo llegar adonde me proponga si tengo buena intención, que me queda una vida por descubrir, que no estoy sola en el camino, que tengo a quienes defender, que estoy viva, que sólo yo puedo, que sólo yo tengo ese poder, que somos dos en un cuerpo. Resulta difícil de explicar como con un suspiro entraste en mí, como mi corazón se llenó de oxígeno y desde entonces vivo como la que soy, como quién soy.
Nunca podré olvidar todo lo pasado junto a ti, las noches, los días, las tardes, mi vida. Tú, tú, y sólo tú conseguiste enseñarme a levantar mi mirada frente al cielo y observar que cada día es una gran aventura que descubrir y superar. Me regalaste la que es hoy mi alegría de vivir, a la que quiero más que a nada en el mundo y por la que estaría dispuesta a sacrificar mi existencia. Me mostraste cómo se sueña dormida y despierta, lo bonita que puede llegar a ser mi vida si sé cómo mirarla. Tú me enseñaste que el sol sale cada día dispuesto a calentar a todo el mundo que lo necesite.

Me enseñaste a ser el sol.



“Los que sueñan de día conocen muchas cosas que ignoran los que solamente sueñan de noche”

Ustedes son mi luz, mis ángeles, mi vida, mi partitura, mi sonrisa