mercredi, juin 27, 2007

Suspiros de hiel

Pienso que la vida es una gran casualidad que lleva injertada dentro de ella infinidad de casualidades que casualmente sugieren otras casualidades más pequeñas pero no por ello importantes. Así, de casualidad en casualidad, nuestra vida avanza a un ritmo vertiginoso tan acelerado que en ocasiones ni nos damos cuenta de ello.
Y fue así, una pequeña coincidencia o casualidad (como prefieras llamarlo) condujo a la otra, hasta que dejé de respirar. Aunque sigo viva. La cuestión fue una página maldita de un libro maldito que me hizo estremecer de tal modo que me vi obligada en primer lugar a releerla varias veces y finalmente escribirla aquí para deleite o disgusto de los que lo lean.



El silencio yacía entre ellos como una desgracia. Era cada minuto más pesado. Por la noche la despertó, ella lloraba en sueños.
Le contó: >>Estaba enterrada. Hace ya tiempo. Venías a verme todas las semanas. Siempre golpeabas con los nudillos en la tumba y yo salía. Tenía los ojos llenos de tierra.
Decías:”Así no puedes ver” y me quitabas la tierra de los ojos.
Y yo te decía: “De todos modos no veo. Si tengo agujeros en vez de ojos”.
Y un día te fuiste y no volviste durante mucho tiempo y yo sabía que estabas con otra mujer. Pasaban las semanas y tú no volvías. Tenía miedo de no verte y por eso no dormía nunca. Por fin volviste a llamar a la tumba, pero yo estaba tan cansada después de un mes sin dormir que no tenía fuerzas para salir a la superficie.
Cuando lo conseguí, tú me miraste decepcionado. Me dijiste que tenía muy mal aspecto. Sentí que te desagradaba terriblemente, que tenía la cara hundida y hacía unos gestos muy bruscos.
Te pedí disculpas:”No te enfades, no he dormido en todo el tiempo”
Y tú dijiste con voz falsa, tranquilizadora:”Ya ves. Tienes que descansar. Deberías tomarte un mes de vacaciones”
Y yo sabía perfectamente qué querías decir con lo de las vacaciones. Sabía que no querías verme en todo el mes porque estarías con otra mujer. Te fuiste y yo bajé a la tumba y sabía que pasaría otro mes sin dormir para estar despierta cuando vinieses y que, cuando llegases al cabo de un mes, estaría aún más fea que hoy y que tú estarías aún más decepcionado.

[…] Apretó a Teresa contra su pecho, sintió su cuerpo que temblaba […] era incapaz de soportar la tristeza de un solo sueño de ella.


La insoportable levedad del ser

5 commentaires:

Libelle a dit…

Ese libro es.... *.*

Algo indescriptible...


Besos!(K)

El detective amaestrado a dit…

Yo no creo en las casualidades, siempre hablo de causalidades.Nada ocurre por azar

AsDePiqas a dit…

Ave, Kundera!

Me quito el sombrero y la cabeza

AsDePiqas a dit…

ME ENCANTA QUE TE GUSTE!!!!!!!!!!!!!! ^^

Smilegirl a dit…

Libelle: pozi, tú lo has dicho, IN- DES-CRIP-TI-BLE :P

Besotes enormes!

Detective:El destino puede que nos ponga cosas en el camino para que parezca que sean casualidades, además adoro de este libro el hecho de que Teresa haya surgido de seis casualidades. Puede que sin alguna casualidad ni existamos.


As: No me digas que te vas a cortar la cabeza... y luego ?¿?¿?¿
jaja

Gracias por descubrirme este maravilloso mundo oculto ^^ bexitos!