A las 8 de la mañana se despertaba con ese taconeo incesante sobre su cabeza
Cada vez iba más y más rápido hasta que de repente se paraba con un portazo.
No podía soportar que su apetito fuera creciendo a cada minuto,
a cada paso,
a cada ligero movimiento
Cuando paraba sentía una furia incontrolable hasta que a las 2 de la tarde volvía
Volvía y de esta forma podía volver a pensar con tranquilidad.
Pero un día su egoísmo fue inmenso, subió las escaleras y consiguió apoderarse de esos pasos.
Consiguió bestialmente que durante semanas, meses e incluso años no volvieran a sonar los más mínimos pasos sobre su cabeza.
Lástima que ahora fuera demasiado tarde para arrepentirse.
2 commentaires:
me dejaste pensando....buen post, comenzare a leer los otros...gracias por visitarme...tambien estare por aqui seguido.
Un verdadero gusto! :D gracias!
Enregistrer un commentaire