lundi, novembre 26, 2007

Carnet de voyage VII

Se despertó por el reflejo del sol en su cara. Estaba tiritando pero su alma estaba tranquila y acurrucada no se sabe donde.
Se levantó cómo pudo. Se colocó el abrigo aún húmedo y sacó el móvil.



- Buenos días
- Buenos días. ¿Qué pasa?
- Estoy aquí, ¿puedes venir a buscarme?
- ¡Pero qué haces! ¿Estás bien?
- Sí. Pero no quiero estar sola, necesito estar acompañada. ¿Puedes venir?
- Ya voy. Espérame en la puerta. ¿De acuerdo?
- De acuerdo. Gracias.


Sin mirar atrás se fue junto a la puerta, con la mente en blanco y la mirada perdida.
Roger tardó poco más de un cuarto de hora. Venía sin afeitar, con la camisa desabrochada y demasiado alterado.

- ¿Estás bien? ¿Segura? ¿Qué tienes ahí? ¿Te duele?
-Tranquilo, tranquilo, estoy bien, estupendamente. Pero ahora no quiero hablar.
-Venga sube al coche






-¿Te importa ir a mi piso? ¿Allí te puedes quedar el tiempo que quieras?

Ella asintió con la cabeza. Seguía perdida en algún lugar.





El piso no era una maravilla, pero era confortable, cómodo y lo mejor, unas vistas que ya quisieran los grandes pisos de lujo. Se podría decir que era bastante bohemio.
Le sorprendió gratamente lo bien organizado que lo tenía Roger.

- Aquí tienes un albornoz y el baño para que te quites todo eso mojado.

Abducida por alguna fuerza superior no pronunció palabra, le dio el abrigo y se metió en el baño.
Abrió el agua caliente, casi hirviendo, y se dejó contagiar por su grito desenfrenado.
Se desenredó el pelo y se puso el suave albornoz verde oscuro.

Al salir del baño observó con un poco más de claridad el piso donde se encontraba, se parecía a… al de…

Una mano la agarró por la cintura y otra le apartó con suavidad el pelo. Su cara se posó sobre su hombro y suavemente la comenzó a balancear. Notaba su suave y aterciopelada respiración en la nuca haciéndole cosquillas. Intentó escapar pero lo que hizo fue darse la vuelta y fundirse, fundirse,….
-Te he preparado un chocolate caliente, te importa que mientras te lo tomas me duche yo, antes no me dio tiempo.
-Por supuesto y no te preocupes tanto por mí, estoy bien
- (Mirándola con cara de ternura le dio un pequeño beso en la mejilla)


Con mucho cuidado de no tirar la taza se acercó a la cama y dejó el chocolate en la mesilla de noche. Luego apagó todas las luces. Y se acercó a la ventana. Aquella vista era indudablemente preciosa. Descorrió las cortinas y regresó a una esquina de la cama.

Con cada sorbo se sentía más relajada, se sentía más en su propia casa. Casi como en la de…





Al salir Roger de la ducha comenzó a gritar buscándola sin recibir respuesta, hasta que la encontró con la mirada puesta en la ventana y la taza de chocolate en su regazo.

- ¿Por qué apagaste la….
- Shsssss , ven conmigo.





Sin rechistar se sentó junto a ella con cierta curiosidad sobre el misterio que escondía.
Ella apoyó la cabeza sobre su hombro y dijo en un suspiro…


- Lo encontré
- ¿El qué?
- Mi lugar
- ¿Tu lugar?
- (de nuevo asintió con la cabeza)
- …
- …
- Me alegro
- (lo miró con cierta confusión y esbozó una diminuta y traviesa sonrisa)


Con una mano colocó la taza de chocolate en la mesa de noche y con la otra la atrajo hacia él. Con cierto temor fue dibujando sobre su mano un remolino de colores y de dulzura, luego continuó por el brazo, por el hombro y finalmente llegó a su cara.
Sólo fue cuando acarició sus labios cuando ella empezó a llorar sin querer, sin sonido y sin una sola lágrima; pero él lo vio todo, y para acallar el llanto bebió cada una de sus lágrimas, acarició cada uno de sus suspiros, destruyó cada sonido de su boca con sus besos y recorrió cada escalofrío como el relámpago de una tormenta.
Sus ojos bebían licor amargo de los del otro. Mano a mano las millas se convertían en centímetros explorados por los besos.

Gota a gota la ciudad se iba despertando mientras que en aquella habitación dos almas se enredaban más y más entre las sábanas.





Cada uno había encontrado dentro del otro un refugio para el infierno.





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